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¿Qué implica ser avalista?

Qué es un aval

Un aval es un contrato en el que una persona física o una empresa garantiza el pago de una determinada deuda por el avalado, asumiendo los riesgos de que el avalado no pueda hacer frente a la deuda.

La figura del avalista es cada vez más utilizada por entidades bancarias y financieras para asegurarse el cobro de un préstamo, ya que de esta forma, si el solicitante del préstamo no paga, tienen un “plan b” para recuperar su dinero.

 

Cómo ser avalista

Cualquier persona puede ser avalista, no es necesario ser familiar de la persona a la que vamos a avalar, aunque es cierto que en la mayoría de los casos el avalista suele ser un familiar, generalmente el padre/madre del avalado. Para ser avalista únicamente es necesario ser mayor de 18 años y tener una fuente de ingresos estables (nómina, empresa, autónomo, rentas de alquileres…) o patrimonio sin cargas que pueda cubrir un eventual impago del avalado.

Si queremos avalar a una persona, para que el banco pueda estudiar la solicitud será necesario aportar las 2 o 3 últimas nóminas y las escrituras de nuestras propiedades, para que la entidad bancaria pueda estudiar la viabilidad de la operación y concedernos o no la autorización para ser avalistas.

Es importante conocer que existe la posibilidad de que el aval sea parcial, es decir, avalar solo una parte de la deuda. Esto es habitual en hipotecas al 100%. Los bancos solo suelen conceder hipotecas al 80%, por lo que si un cliente necesita una hipoteca por el importe completo de la tasación de la vivienda, puede utilizar a un avalista que avale el 20% de la deuda. De esta forma, el banco se asegura la devolución del 20% y además cuando se ha pagado esa parte de la deuda, la responsabilidad del avalista se elimina del contrato.

 

Riesgos que implica ser avalista de un préstamo

Ser avalista tiene una gran cantidad de riesgos, ya que si el avalado no paga la deuda será el avalista el que tendrá que abonarla. Cuando una persona decide ser avalista, asume el compromiso de pagar la deuda en el caso de que el avalado no pueda o no quiera hacerlo. Es muy habitual leer expresiones como avalista de nómina, porque el banco suele solicitar las nóminas del avalista, pero eso no significa que se avale solo con la nómina. Si el avalado no paga, el avalista responderá con todo su patrimonio presente y futuro, sin que exista ninguna limitación.

Ser avalista no significa que las obligaciones de pago sean diferentes a las del titular del préstamo, son exactamente las mismas. Los avales en préstamos, en la mayoría de los casos, son solidarios. Esto significa que asumimos las mismas obligaciones, y que en caso de impago, el banco podría incluso solicitarnos a nosotros el importe de la deuda antes de reclamársela al titular del préstamo.

En el momento de avalar un préstamo nuestro riesgo bancario cambia, por lo que figuraremos en el CIRBE (Central de Riesgos del Banco de España) como avalistas. En esta base de datos se registran las operaciones crediticias en las que somos avalistas, titulares o cotitulares. Por este motivo, podría reducirse nuestra capacidad para obtener un préstamo, ya que la entidad a la que se lo solicitemos comprobará el CIRBE y valorará la situación.

 

Inclusión en ficheros de morosos por no pagar el préstamo

Si tú tampoco puedes pagar el préstamo, podrás ser incluído en ficheros de morosidad como Asnef o Experian, si el impago se prolonga en el tiempo, el avalista podría ser embargado. Es decir, por culpa de que el avalado no pague sus deudas podrías quedarte sin tu casa o sin tu coche, por eso es muy importante analizar a qué persona estamos avalando. También es importante saber que un aval se hereda, por lo que podría afectar a nuestros hijos o nietos. Esta es una de las cosas mas importantes que implica ser avalista.

 

Qué hacer si el avalado no paga la deuda

Si pagamos parte de la deuda porque el avalado no ha podido hacer frente a los pagos, tenemos derecho a reclamarle el importe que hemos pagado. La persona avalada está obligada a devolvernos el dinero, ya que es el titular del préstamo.

Por todos estos motivos es necesario analizar muy bien a quién avalamos, ya que si no lo hacemos con la persona correcta, podríamos tener grandes problemas en el futuro.

Fuente: ILM abogados

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